viernes, 20 de abril de 2018

Los imposibles

Hoy llevé a Retoño al oculista. El oftalmólogo era un señor majo, pero estaba más interesado en la parte neurológica de Retoño que en la suya propia. Yo, como enfermera, lo entiendo. Ese interés médico por algo que desconoces.
Luego dijo : " con esos movimientos ya te dijeron que es imposible que camine, ¿no? "
Le contesté que hace dos años era imposible que gatease. Y que lo hacía.
A la enfermera de la consulta le debió parecer tan brusco que dijo: " bueno, no hay nada imposible en esta vida".
Lo único imposible es perder la esperanza de algo. Aunque sea muy pequeña. Y a veces esa esperanza llega un momento que no es que la pierdas, te das cuenta de que la realidad es otra. Pero a su tiempo.
Entonces pensé en varios momentos de estos cuatro años.
Soy la madre que un día decidió abrazar a su hijo cada noche para que aunque sólo fuese por el olor, su hijo la reconociese. Porque una pediatra le dijo que su hijo no se enteraba de nada.
Soy la madre que pasó días enteros dando biberones, poniendo el niño al pecho y sacándose leche porque su hijo de dos meses rechazó alimentarse y su pediatra le dijo que no tenía ni sensación de hambre y que si por él fuera se dejaría morir.
Soy la madre que un día lloraba por el retraso en el neurodesarrollo de su hijo y tuvo que contestarle a un psicólogo a la pregunta de si quería que su hijo se muriese.
Soy la madre a la que le dijeron que su hijo no tenía nada que ver con un niño de su edad.
Soy la madre a la que tanta información negativa la hizo sentirse incapaz de querer a su hijo.
Soy la madre que cuidó de un bebé aun cuando no tenía fuerzas para levantarse de la cama.
Soy la madre que piensa que nunca va a escuchar la palabra mamá. Y que aun así se la repite cada día a su hijo.
Soy la madre que pasó noches sin dormir porque la pediatra le dijo que vigilase si su hijo hacía movimientos extraños. Soy la madre que experimentó momentos de pánico sin que nadie lo notase.
Soy la madre que intentó que los de alrededor no sufriesen más de lo necesario.
Soy la madre que de pronto se vio que tenía que ser terapeuta, fisioterapeuta y experta en neurología.
Soy la madre que un día se dio cuenta de que no era nada de lo anterior.
Soy la madre que un día se asomó a la cuna de su hijo y vio la realidad: allí sólo había un bebé. Un bebé que sólo esperaba una cosa de su madre: ser querido. Y entonces tomó verdadera conciencia de lo que significaba tener un hijo: amarlo.

Y por eso ahora soy la madre que aunque escuche los imposibles de su hijo, se pone triste, sin dejar que la trsiteza la enrede y le dice a su hijo :

"Tu, a esto ni caso, tu  a donde quieras llegar. Para mi ya eres perfecto ahora"

5 comentarios:

  1. Sinceramente creo, como profesional sanitario, que algunos de nuestros “colegas” tienen que hacer un curso para poder comunicarse con sus pacientes y familiares. Y no me refiero solo a las experiencias de Retoño, si no a todas aquellas veces que hemos oído algo de una forma que no debería ser dicha de una manera.
    Y el psicólogo, es para darle de comer a parte. Increíble. Mucho ánimo, y que Retoño haga las cosas como hasta ahora, a su tiempo, y sintiéndose querido por sus padres.

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  2. Pues sí, falta mucha empatía por el mundo, y la Sanidad no es una excepción.

    No hagas caso de esos imposibles. La vida es muy larga, y da muchas vueltas y lo que hoy parece que no puede ser, mañana es un "quizá" y pasado un "no lo hubiera dicho nunca pero mira, ahí está".

    No hay que ser esclavo de los sueños, pero tampoco hay que dejar de soñar ni de esperar que se vuelvan realidad.

    Muchos besos!!!

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  3. Me encanta la paz que transmites al escribir... ojalá yo pueda experimentarla algún día...

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    1. Es cuestion de tiempo. Yo al principio de la aventura no tenía ninguna paz, estaba en medio de un huracán. Pero vas a llegar a sentirte en calma.

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