miércoles, 29 de mayo de 2019

Daños colaterales

No sé muy bien por qué titulo esta entrada así, pero es que estoy un poco lenta hoy.
El problema neurológico de mi hijo le impide cosas tan evidentes como caminar y hablar.
Y otras que no se saben a simple vista, como los problemas de sueño. O los de alimentación.
En casa decimos que Retoño no sabe dormir. Siempre tenemos la esperanza de que su cerebro vaya madurando y alcance ciclos de sueño normales. Pero hasta ahora esto no ha ocurrido.
Es frecuente entre niños con problemas neurológicos las noches en vela de los padres. Sí, lo sé, también hay niños neurotípicos que duermen mal. Pero las noches de Retoño son tremendas. Y ya son más de cinco años sin dormir.
No es capaz de dormir más de dos horas seguidas. Si algún día duerme tres o cuatro es algo extraordinario. A veces despierta cada media hora. Hay días que tenemos suerte y en unos minutos logramos dormirlo otra vez y otros días que podemos estar desde una hora a dos para lograr que vuelva a dormir.
No nos acostumbramos a no dormir. Simplemente sobrevivimos. Porque después de lograr que se quede dormido a veces nos quedamos tan desvelados que nos cuesta a nosotros volver a conciliar el sueño.
Normalmente nos turnamos para dormir con él, pero lo cierto es que ya ni con eso logramos estar descansados. Se nos acumula el sueño y el cansancio.
Lo curioso es que Retoño está luego activo como si nada hubiese ocurrido. Un día se lo comentamos al neurólogo y más o menos lo que nos recomendó fue el método Estivill. No me gusta ese método. A los vecinos tampoco les gustaría. Porque se iban a escuchar los gritos de Retoño en el edificio de al lado.
Porque él quiere dormir, pero no es capaz, y entonces se pone nervioso y si no lo atiendes, llora.
A veces se lo dejo a dormir a mi madre, un par de veces al mes o así, y al día siguiente me dice que no sabe cómo aguantamos. Y le damos pena y me insiste para que se lo deje más veces. A mi me da pena que ella no duerma así que no se lo dejo más veces. Pero lo bien que nos viene ese par de noches ya valen mucho. Las madres son el mejor invento del mundo.
Yo siempre digo que quiero muchísimo a mi hijo. Pero que por la noche lo quiero un poco menos.