domingo, 29 de julio de 2018

La maternidad malcuidada

Hace poco fui al cine a ver una película. Se titula Tully. El tema principal es la maternidad. Pero sin edulcorantes. Los momentos duros. Porque los hay.
Esos momentos en los que estás tan cansada que no quieres ni moverte. Pero te mueves.
En los que te das cuenta de que por mucho que creas en la igualdad, ser padre o madre no es lo mismo.
En los que cualquiera puede opinar sobre como haces las cosas. Porque parece que ser madre incumbe a cualquiera que te mire.
Y esos momentos en los que te das cuenta que, hace diez años pensabas que te ibas a comer el mundo, y ahora eres un mortal más y lo único que te comes es tu cansancio al final del día.
Porque hay días así.
Al visionado de Tully le junté el aumento del permiso de paternidad (que no el de maternidad) y unas cuantas absurdeces sobre lactancia que lei en un libro de reciente publicación.
Y llegué a la conclusión de lo mal cuidada que está la maternidad.
Desde antes de ser madre la maternidad está mal vista. Hay empresas que en las entrevistas de trabajo te preguntan si vas a ser madre.
Una vez conocí una chica que la directora del centro donde trabajaba le hizo el "favor" de no decirle a recursos humanos que estaba embarazada para que le prorrogasen el contrato.
¿Qué escoges? ¿Vida laboral o ser madre?
Sí, es cierto, la mayoría de las mujeres son madres y trabajadoras. Pero lo tienen más difícil para llegar a puestos más altos.
Y lo que llegan es exhaustas al final del día. Frustradas porque no dan abarcado todo. (No sé en qué momento nos han convencido de que tenemos superpoderes).
La reincorporación al trabajo es demasiado temprana. 16 semanas. Te obligan a ir con un sacaleches al trabajo en caso de que decidas dar teta. Y en cualquier caso te obligan a ir con el corazón encogido pensando en que tu bebé es demasiado pequeño para estar en la guardería.
Y es que es demasiado pequeño. El primer año de vida el bebé no es capaz de diferenciarse de su madre. Es lo que conoce, por sonido, olor y sabor intraútero. Y por el cuerpo de la madre sigue circulando su bebé. Por eso la duración del permiso debería tener mayor duración.
Luego están las críticas que te caen por todos lados: si coges una excedencia para quedarte en casa, mal. Si te reincorporas a tiempo completo, mal.
Si das teta más de un año, mal. Si no la das, mal.
A una madre se la juzga a todas horas.
Quizás por intentar hacer una conciliación laboral y familiar que no existe en la mayoría de los casos. Porque conciliar no es trabajar 9 horas y poder dejar a tu hij@ esas horas en un cole. Porque estamos haciendo malabarismos cada día con la familia, trabajo y nuestra propia persona.
A lo mejor es que vivimos en un mundo tan de adultos que no les damos importancia a los niños. A lo mejor no es la maternidad la que está mal cuidada. A lo mejor es la infancia la que ha caído en el olvido.

miércoles, 4 de julio de 2018

Hasta las tetas

En los últimos años el avance en el acceso a la información ha sido impresionante. Hace veinte años yo no sabía lo que era internet. Si querías saber algo buscabas información en una enciclopedia. Pero a día de hoy vivir sin un buscador de internet se nos hace imposible. ¿Qué quiero saber como se hace una carbonade, que me la comí en Bélgica y estaba increíble? Pues se lo pregunto a google. Y esta rapidez y facilidad de acceso a cualquier dato es maravilloso.
Pero a veces la información que recibimos a través de una pantalla, solitaria, puede confundirnos.
Eso es lo que me pasó el otro día cuando en una red social descubrí una página de matronas que transmitía "argumentos feministas en contra de la lactancia materna". Y ahí es cuando me dije, en voz alta, estoy de las tetas hasta las tetas.
Creo que a día de hoy la mayor parte de la gente conoce los beneficios de la lactancia materna.
Y cada vez que veo un debate de este tipo se me atraganta.
Estamos creando un debate de algo biológico que llega un momento que se vuelve absurdo. Es un sinsentido.
Yo he dado teta. Si tuviese otro hijo daría teta. Tengo amigas con lactancias largas, hasta los cuatro años. Tengo amigas que se llevan un sacaleches al trabajo. También amigas que no quisieron dar teta. O que lo intentaron y no fue como ellas pensaban.
¿Y qué pasa en todos estos casos? Pues nada, que cada una hizo lo que mejor consideraba.
Yo es que lo veo tan sencillo como:
- Tengo nueve meses para pensar qué quiero hacer, busco información para tener conocimientos suficientes a la hora de tomar una decisión.
- Nace el bebé. He decidido dar teta. (Enhorabuena, has tomado tu primera decisión como madre).
Aquí hay dos opciones: el bebé se engancha y os adaptais ambos sin problemas o aparece algún tipo de dificultad. Si aparece algún tipo de dificultad hay solución: vas a la matrona o a un grupo de apoyo a la lactancia (hoy en día es fácil encontrar uno cerca).
- Nace el bebé. He decidido no dar teta. (Enhorabuena, has tomado tu primera decisión como madre).
En cualquier caso no hay que justificar nada. Ni si no quieres dar teta, ni si tienes una lactancia prolongada, ni si nada. Ni si al principio fue bien pero después tuve que dejarlo...
Cuando te conviertes en madre hay un montón de cosas que vas a tener que decidir. La alimentación de tu bebé es lo primero. Y hay que entender que lo que yo puedo tener muy claro no es lo mismo que tiene claro la mamá de al lado.
Creo que la alimentación de un bebé no debe formar parte de un debate. Ni necesita la justificación de una ideología. Ni ser una causa para descuidar más la maternidad. Porque la maternidad hoy en día, no está nada cuidada. No se valora. Cuando vale mucho. Porque sin ella nadie estaríamos aquí.
Creo que es algo íntimo entre dos personas. Una madre y su recién nacido. Una mirada hacia dentro y decir "yo lo quiero hacer así" y luego se lo transmites a tu bebé "oye, lo vamos a hacer así, seguro que nos sale bien".
Y sin más. Sin justificaciones.