lunes, 2 de octubre de 2017

Incertidumbre absoluta

A veces llamo a las puertas del cielo. Pero creo que están cerradas para mi.
Entonces me inunda la desesperación. Sin solución a la vista.
Siento el abandono de la fortuna.
A la deriva, fuera de una vida lógica.
Dios escribe con renglones torcidos.
En ese momento me pregunto si existe algo más y cuando va a llegar nuestro golpe de suerte.
Igual no nos lo merecemos.
Entonces la vida para nosotros se detiene. Se ralentiza. Se aleja aun más de la normalidad. Nos inundan los miedos, la incertidumbre, la pesadumbre...
Nos ahogamos. Siempre quedamos lejos de los botes salvavidas.
No existen las puertas del cielo para nosotros. No nos merece ni la pena acercarnos. Si Dios existe nosotros somos los olvidados.
Es más fácil dejarnos atrapar por un huracán que nos sacuda una vez más las ideas. Luego ya nos ocuparemos de colocarlas y adaptarlas a nuestra vida. Nadie lo va a hacer por nosotros.
No nos queda otra esperanza que nuestra propia fuerza para salvarnos.

Un día una amiga me dijo que no había mayor problema que tener un hijo con problemas. Y tiene razón. No existe situación más dolorosa.
Te tienes que reinventar continuamente. No te puedes adaptar a la calma. El cambio vive en nosotros. Nos acompaña más que a cualquiera.
Estamos en una carrera de fondo con obstáculos y sin meta. Y de todo esto te acuerdas cuando vives un momento de incertidumbre absoluta, como en el que estamos ahora.
A veces le digo a Mihombre medio en serio medio en broma que me voy a tatuar una chica boxeadora. Y es que parece que siempre tengo que estar en guardia.
Menos mal que yo tengo claro que la vida sólo tiene una dirección y es hacia delante.
Y mi máxima premisa es que "no te tomes la vida demasiado en serio, total no saldrás vivo de ella"

5 comentarios:

  1. Cris, no se que pasa, ojalá salgs tofo biem pero me sale decirte que solemos agrabarlas cosas en nuestra mente. No a tiendas a pensamientos catastróficas, vive cada momento desde el observador, y dando a ese maravilloso Ser todo el amor de que eres capaz, que es mucho. Desde la dureza todo se complica. Permítete ser como tú eres, vulnerable, dulce y amorosa. Eres un gran ejemplo para nosotr@s. Un abrazo grande.

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  2. Me encantaría poder decirte que la carrera de obstáculos llega a su fin y luego empieza un plácido camino con flores bellas y delicadas, me encantaría decirte que el dolor se convierte en una sonrisa perpetua, me encantaría decirte que pronto llegará el final de esta vida que no elegistes y empezará tu tan deseada vida.

    Pero no, no es así, la carrera de obstáculos siempre está ahí, aunque sí es verdad que los obstáculos tienden a ser más pequeños o es que te has hecho tan fuerte que ya los saltas sin dificultad. Tu vida anhelada jamás llegará (yo todavía después de 8 años miro con envidia las familias de mellizos tan iguales, tan perfectos), pero ya no me imagino la vida de otra manera. El dolor aparece una y otra vez, aunque cada vez es menos doloroso, o es que ya te han salido tantos callos que cada vez duele menos.

    Adelante, adelante y adelante, no hay otra más que mirar hacia adelante. Busca a la gente que te ayude a saltar los obstáculos, a que el dolor sea menor o por lo menos dure menos, busca a quien te haga sentir agusto con la vida que tienes. A mi el cole de educación especial me ha ayudado muchísimo!!!. Pero hay miles de cosas, asociaciones, profesionales... Con ellos la carrera de obstáculos se hace menos dura y sobre todo, no te sientes sola saltando una y otra vez esos obstáculos mientras el resto del mundo va recogiendo florecitas del camino.

    Besos

    rocío

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    1. Hola Rocío. Si que es verdad que el dolor cada vez va a menos. Uno es capaz de remontar cada vez más rápido. Besos

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  3. No sé qué decirte, la verdad, estoy sin palabras. No puedo ni imaginar la angustia de esos sentimientos.

    Solo puedo decirte una cosa que he aprendido con los años (y con la terapia) y que me ayuda mucho... no te sientas culpable si un día estás muy triste, o cansada, o decepcionada con la vida. No te sientas culpable si te dan ganas de llorar, o gritar, o tirar un vaso al suelo o romper un cojín a dentelladas... tienes derecho (todos lo tenemos) a tener un mal día, o dos o tres y hacer la cosas a regañadientes porque el cuerpo no te lleva. Vívelo como un proceso normal, como una etapa que hay que pasar y que ya vendrán días mejores.

    A mi esto, me ha servido de mucho.

    Un beso,

    Maribel.

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