Madre mía, se acabó el año. Se me ha pasado volando, demasiado rápido. Lo mejor de este año es que ha sido un año tranquilo, empezó con alguna preocupación pero a partir de febrero no recuerdo ningún mal momento, así que no puedo pedir más. Las vacaciones de verano me dejaron muy buen sabor de boca y con ganas de repetir. Además contribuyeron a que Retoño y yo formasemos un cordón umbilical muy fuerte. Ahora me cuesta más separarme de él. Cada vez me apetece menos dejarlo alguna noche con mis padres y salir de cena. Prefiero despertarme a su lado y comérmelo a besos y ver como me mira.
Y ahora toca pensar en los propósitos de año nuevo. No soy yo mucho de planificar a largo plazo, perp este año me apetece hacer una lista:
- Cuando esté haciendo una cosa, sólo dedicarme a eso en ese momento.
- Visitar un sitio que no conozca.
- Ver al menos una exposición (si es de pintura, mejor).
- Acostarme más temprano.
- Organizarme mejor cada día y así tener más tiempo para jugar con Retoño.
- Ir al menos una vez al teatro.
- Llevar a Retoño al menos una vez al mes a la piscina, que disfruta mucho en el agua.
- Estar menos pendiente del móvil.
- Hacer un diario de fotos de las cosas chulas que hagamos.
- El 1 de octubre me propuse no comprar ninguna prenda de ropa en un año, así que intentaré seguir cumpliéndolo este nuevo año.
Y creo que ya. No me pongo cosas muy complicadas porque si no sé que no las cumplo.
Ojalá el 2017 nos traiga cosas buenas a todos.
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