Desde que soy madre mis camisetas huelen a baba al final del día.
A veces salgo a la calle con un vestido bonito y me doy cuenta de que va manchado de leche regurgitada.
Desde que soy madre en mi habitación brillan estrellas cada noche que salen de un proyector. Después de que Retoño se duerma me quedo mirándolas hasta que se apagan.
Mi tele es raro que se encienda.
Hay un montón de libros por toda la casa esperando a que tenga tiempo de leerlos.
Desde que soy madre una de mis gatas me persigue por todos lados para que le preste más atención.
No sé lo que es dormir ocho horas seguidas.
Lo que consideraba prioridad ahora puede esperar. En realidad ahora casi todo puede esperar. El tiempo gira alrededor de Retoño.
Estoy casi siempre cansada. Pero cada día empiezo con ganas de hacer todo otra vez.
Desde que soy madre me siento más segura de mi.
Me importa menos lo que opine la gente.
Que mi casa esté recogida suele ser la excepción a lo habitual.
Desde que soy madre me he vuelto mucho más sensible con los niños.
La vida ha cogido otro ritmo.
Las cosas han cobrado otro significado.
Me he vuelto tranquila de una forma distinta.
Desde que soy madre tengo muchísima más paciencia. Incluso conmigo.
Y desde que soy madre no he vuelto a notar aquella inquietud, un agujero que a veces me invadía y que no entendía.
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