Me imagino a Duna mirando hacia el mar. Porque el ahi el horizonte es infinito, aunque ella tiene la mirada perdida en un final.
Me la imagino así cuando está triste. Tiene toda la razón para estarlo. Para enfadarse. Todo el derecho para gritar. Para no conformarse.
Porque si pierdes un hijo y toda tu casa queda oliendo a él, ¿cómo vas a estar?
La vida sigue para Duna. Pero a veces se detiene en ese horizonte. Porque seguramente no entiende cómo puede ser que los días sigan existiendo, que todo siga funcionando y que incluso ella siga adelante sin Él. Entonces esos días su mirada se nubla.
Pero no está sin Él. Él siempre está presente. Siempre lo recuerda. Siempre lo querrá.
Duna continúa su vida. Es tan valiente que ha vuelto a pasar por un embarazo, por un parto, por una lactancia. Ha vuelto a dar amor sin esperar nada a cambio. Con el miedo a perderlo todo. Haciendo sitio a su nuevo hijo, en su corazón, al lado del que ya no está en sus brazos.
Ha seguido cuidando de sus hijas mayores, aun en los momentos de dolor inconsolable. Ha sabido manejar su pena sin contagiarla. Niñas felices que se saben queridas y protegidas. Que ahora tienen un hermano. Pero también se acuerdan de que antes Él también estuvo y lo rememoran de una forma natural.
Duna sale corriendo de casa cada vez que la llaman si hay un animal en peligro. Rescata esas pequeñas vidas que a pocos le importan. Duna es generosa. Porque sigue mostrando preocupación por los que no se pueden defender.
Duna ha tenido que recomponer un puzzle de su ser. De la forma más difícil que me puedo imaginar. Porque perder un hijo no entra en nuestra lógica. No puedo ponerme en su lugar. No siquiera lo quiero imaginar. Sólo pensarlo me asusta. Asi que sólo puedo pensar en miles de piezas esparcidas, perdidas...uniéndolas de nuevo, poco a poco. Que difícil, que agotador.
Duna tiene derecho a llorar, aunque haya alguien que le diga que no, que su momento de tristeza ya tuvo que pasar. Duna puede pararse y mirar el mar con sus ojos nublados para luego seguir uniendo piezas.
Duna juega. Duna llora. Duna grita. Duna ama. Duna es valiente. Duna es una guerrera. Duna vive. Y a veces se para. Para descansar. Para luego continuar.
Duna necesita abrazarse a sí misma. Darse consuelo. Y seguir al ritmo que ella decida.
Duna es mi amiga. Aunque ese no es su nombre. Cuando se siente mal por estar triste yo sólo pienso "que bien lo estás haciendo". Ella no se da cuenta de la cantidad de piezas que ha conseguido unir.
Eres impresionante.
Bravo por Duna, porque es una luchadora.
ResponderEliminarbicos,