Adiós mi niño de fantasía. Nunca fuistes de verdad. Sólo estabas en mi esperanza. Pero te sentí tan real que aun puedo imaginarte.
Puedo verte corriendo hacia mis brazos. Puedo oir como me gritas mamá
Y como me cuentas tus pequeñas aventuras
Puedo ver como haces castillos de arena en la playa
Y como jugamos juntos con plastilina
Aprendiendo a andar en bicicleta. Comprándote tus primeros patines
Señalando un avión que ves en el cielo.
Pero no eres real. Tu ausencia aun me produce un dolor. Aqui, muy dentro, en un sitio al que no puedo llegar para sacarlo. No sé donde está esa tristeza que a veces se apodera de mi.
Pero ya no derramo lagrimas por ti. He aprendido a convivir con tu inexistencia.
Había hecho tantos planes para nosotros que ahora no sé que hacer con ellos. Ocupan sitio en mi cabeza, en mi corazón y en mis manos. Los voy barriendo y los escondo en huecos en los que no quiero volver a encontrarlos. Pero tarde o temprano reaparecen. Como trozos de papel arrugados.
Y la tinta está corrida por lágrimas antiguas.
Pero hoy te digo adiós, mi niño de fantasia, tan perfecto, tan irreal. Debo despedirme de ti, aunque te quiera, aunque te eche de menos. Porque lo hago, te echo de menos, me hubiese gustado conocerte y reirnos juntos.
Tienes que marcharte de mi cabeza, incluso de mi corazón. Debes dejar tu sitio al niño real, al que de verdad nació, el que está cada noche en mi cama, el que puedo tocar y oler.
Tu ya no necesitas mi cariño. Nunca lo necesitaste. Por eso te digo adiós. Me costará dejarte ir, lo sé, a veces me acordaré de ti, pero cada vez menos, lo siento.
Fuiste tan perfecto que pensé que en ti se encerraba la felicidad absoluta.
Qué difícil es decir adios, qué difícil es aceptar que jamás va a volver, cuántas horas de llantos y dolor. Pero una vez el proceso de duelo va llegando a la aceptación final, pasando por los ya conocidos negación, ira, culpa... pues entonces empieza otro proceso, más dulce porque dejas de darte cabezazos ante algo que jamás va a ser, por otro lado más difícil porque una vez ya sabes quién es tu hijo y no quién quieres que sea, empieza la crianza de ese niño taaan diferente a la mayoría. No te sirven de nada todo lo que puedas leer o escuchar, ni mucho menos lo que las mamas cuentan en el parque. No, has de inventar una crianza nueva y diferente alejada de lo que ves u oyes.
ResponderEliminarPero tu hijo sigue creciendo, sigue necesitando una educación y unos cuidados y no puedes decir: hasta aquí he llegado, ya no me invento nada más. Porque llegan otras etapas de su vida que va a necesitar cosas diferentes. No sé si Retoño está escolarizado o lo va a estar. Isaac lleva ya 5 años en modo 'escuela', cuatro en un centro ordinario y este último ya en un centro especial... Cuando ya habías dicho adiós a aquél niño que quiso nacer pero que no nació, vuelves a recordarlo una y otra vez, porque empiezan nuevos problemas, nuevos informes, nuevas adaptaciones... y tu pensando 'con lo fácil que sería' matricularlo en el cole y ya, ala, su mochila y al cole, y no reuniones y reuniones, informes médicos, informes psicopedagógicos, si funciona o no, si se adapta o no, si necesita más medios o menos... Bueno, son etapas, la del cole es muy bonita también y sobre todo empiezas a sentir que tu hijo también crece y también se desarrolla, y tienen nuevas vivencias como todos los niños del mundo.
Sí, ese adiós, nunca es definitivo, has de volver y volver a decir adiós, pero cada vez el adiós duele menos, el duelo es más corto y hasta llega un punto que no te imaginas de tu mano a ningún niño que no sea el tuyo, el real, el que te sonrie y te acaricia.
Besos
Rocío
Te lo repetiré una y mil veces, no me canso jamás de hacerlo, me encanta como escribes, me encanta leerte, tooodas tus entradas, aunque no siempre las comente. Sigue escribiendo desde el corazón y con esa calidez que encandilas y enamoras.
Gracias por comentar Rocio, siempre me hace ilusión reecontrarte
EliminarSin palabras me has dejado, y el comentario de Rocío, también.
ResponderEliminarMe imagino bastante bien cómo debe ser esa situación con vuestras palabras, aunque jamás se puede saber qué se siente hasta que no te toca vivirlo.
Muchas gracias por compartirlo.
Besos
Muchas gracias a ti por leerlo y comentar. Un beso
EliminarMe has hecho llorar, yo también me tuve que despedir de mi niña de fantasía...has plasmado a la perfección el sentimiento del hij@ que nos imaginamos y luego la realidad es otra, no es mala, pero sí diferente y sólo cuando decimos adiós a esos ideales y a las comparaciones, podemos apreciar que no necesitamos a ese niñ@ de fantasía sino el real, que nos enseña a ser mejores y sacar fuerzas que ni sabía que teníamos, nos hace mejores personas y a apreciar lo invisible para los demás, nos sorprenden cada día...cada avance es una alegría inmensa...Ya no necesito a mi niña de fantasia porque la real la supera con creces. Un abrazo
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ResponderEliminarYo estoy en ello,es tan difícil...
ResponderEliminarSí, es muy difícil al principio. Pero un día te encuentras con el real, y poco a poco te olvidas del de fantasía. Un abrazo,lleva tiempo, pero se consigue
EliminarGracias, otro abrazo.
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