Retoño va dos veces a la semana a fisioterapia a atención temprana. Pero como padres novatos e inexpertos que somos nos surgió la gran pregunta "¿podríamos hacer más por él?" Y para respondernos a esa pregunta comenzamos a indagar. Encontramos una fisioterapeuta (recomendada en su campo por el Colegio de Fisioterapia) que es especialista en el campo de la neurología, enfermedades raras, parálisis cerebrales, etc, etc...vamos, que en algo de eso está Retoño. Pedimos cita (tiene hasta lista de espera) y fuimos a que lo valorase. Tuvo claro que ella haría Votja con nuestro hijo, y nos explicó un poco como era el Votja y que hay poca gente cualificada para hacerlo y cosas relacionadas. Bueno, en resumen, que al final decidimos comenzar esta terapia, que requiere un compromiso importante por nuestra parte porque luego en casa hay que hacer los ejercicios de Votja. Esa es la segunda parte mala de la terapia, porque me crea mucha inseguridad el pensar que lo puedo estar haciendo mal. Y la primera parte mala de esta terapia es que Retoño llora, y mucho. Ya nos lo había advertido, que lloran mucho, más por el estar sujetos que por el dolor (nos asegura que no es dolor lo que nota). Pero, bufff, lo paso fatal viéndolo llorar. Y luego tener que hacerlo en casa... Ayyyyyy!
Después del Votja le hace rehabilitación "normal". La verdad es que le mete más caña que su fisioterapeuta habitual de atención temprana, al cual por cierto no le hace ninguna gracia que vayamos a un fisio privado. Pero es que yo no quiero que pase un tiempo y que me quede en la cabeza el "¿se podría haber hecho más?". Y es que tomar decisiones como padres es difícil, porque siempre quieres lo mejor para él pero tienes miedo de meter la pata. Creo que esto va intrínseco con el ser padre.
Y por otro lado una compañera mía de trabajo está a punto de ser abuela, me hace mogollón de ilusión porque ha pasado una mala racha en la vida y esto le hace estar muy contenta (y se merece el estar bien). Además pienso en los momentos bonitos que va a pasar su hija y me hace recordar cuando nació Retoño y toda la felicidad que sentí cuando por fin lo tuve a mi lado, las primeras noches juntos. Jo, no hay nada igual.
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