En algún momento desde que soy madre escuché que el duelo se podía reabrir en momentos de cambio como, por ejemplo, el comienzo del colegio.
Yo, ilusa de mi, pensé que el duelo ya lo había pasado y que no se volvía a abrir. Que inocente.
Y de pronto, me he dado cuenta, de que estoy metida en él de nuevo. No con la misma intensidad, ni con los mismos sentimientos. No es tan duro. Pero es una reapertura de una parte de ese ciclo.
El colegio cuesta un mundo. Te enfrenta de nuevo a la discapacidad. En grande. El miedo te paraliza. Te duele algo y no sabes qué es.
Es de lo que hablaban esos padres veteranos. Eso de lo que yo pensaba que me iba a librar.
Y en lo que ahora estoy metida y por fin lo he entendido.
Pero hay algo distinto ahora. No hay la sensación de pérdida que había en el duelo original.
No hay la misma sensación de que todo está acabado.
No es la misma tristeza.
Es todo más sutil.
Simplemente es otra adaptación. Una vez que sabes lo que te pasa te relajas un poco. Y te preparas para dejar que esa situación te acompañe un tiempo. Que te sobrevuele, pero no dejándola anidar.
Y entras en el modo despacito.
Buscándo las sonrisas de Retoño.
No metiéndote prisa.
Respirando.
Pasando más tiempo los tres juntos.
Contemplando.
Dejando que la hipersensibilidad del momento se adueñe de mi. Y luego pensar en lo dramática que me puedo poner.
Este duelo cuesta menos por una simple razón: el amor hacía Retoño. La primera vez sentía que no lo sabía querer. Esta vez siento que no puedo parar de quererlo cada día más.
A veces es muy difícil todo, pero también me he dado cuenta de que el momento me hace perder totalmente la perspectiva.
Y la perspectiva real se llama Lucas. Con una sonrisa grande. Con los brazos abiertos cuando me ve.
Con todo el amor que me hace sentir.
Lucas, la ternura infinita. Lo que me enseña cada día. Mirada inocente. Tremendamente feliz.
Que lo ocupa todo siendo tan pequeño. Tan grande en mi corazón.
Lucas, explorador de un mundo nuevo cada día. Soñador de deseos. Niño de sensaciones.
Pequeño sol, que gira todo a su alrededor. Amor infinito en toda la constelación.
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