Este pasado curso escolar a Retoño le tocaba empezar en el cole. Pero como el cole era algo grande y que nos asustaba lo que hicimos fue solicitar un año de flexibilización, con lo que retrasamos esa entrada en colegio y empezamos yendo a guardería.
Así Retoño, con tres años muy pequeñitos, fue a la guardería.
Buscamos una que dijésemos "esta". Y fue complicado. Porque hicimos una selección y las visitamos. Y la verdad es que nos gustaron mucho todas. Así que elegir no fue fácil.
Al final nos decidimos por una pequeñita. Del tamaño de Retoño.
Lo cierto es que no nos apetecía nada empezar. Dejarlo en un sitio desconocido para él y para nosotros nos daba miedo.
El periodo de adaptación no fue sólo para nuestro hijo. Fue para nosotros también. Lo necesitamos tanto como Retoño. Nos dejaron estar allí todo el tiempo que los tres necesitamos. Y no fue poco tiempo.
Pero nos facilitaron tanto las cosas que el miedo fue dando paso a la confianza. Y llegó un día que dejamos a Retoño y nos fuimos tranquilos. Se quedaba contento.
Y entendían lo que Retoño necesitaba. Como si lo conociesen de más tiempo.
Y nos transmitían cada día que era un niño querido en la guardería.
Me gustaba mucho el momento de dejarlo y el momento de recogerlo. Porque, aunque parezca una tontería, me sentía una madre normal.
La diversidad funcional de Retoño no existió en la guardería. Allí fue uno más, tanto para las profes como para los niños. Sólo importaba lo que Retoño podía hacer, sus intereses. Y esto nos lo supieron expresar por escrito en la hoja de evaluación. Nos escribieron todas las cosas buenas que tiene Retoño, que lo hacen tan especial por lo que es. Supieron ver todo lo bueno que hay en él.
Y esto para nosotros fue muy importante porque lo único que estamos acostumbrados a leer son informes médicos con todo lo que no alcanza.
Para nosotros terminar esta etapa de guardería es muy duro. Porque nos hacían sentir queridos y seguros. Es como si le tuviésemos que decir adiós a un amigo que se va a vivir muy lejos y que no lo podemos ver cuando queramos.
Ha sido una experiencia muy buena, de inclusión en mayúsculas. Donde la diferencia no existió. Pero si el cariño y la sensibilidad. El estar a gusto. El confiar totalmente. La flexibilidad con lo que los padres y niños necesitasen. Un recuerdo inmejorable.
El no querer marchar.
Qué maravilla de guardería! Me alegro de que hayáis tenido esta experiencia tan positiva. Ahora toca un nuevo reto con el cole, pero estoy segura de que encontraréis estupendos profesionales que darán a Retoño todo el apoyo que necesite.
ResponderEliminarÁnimo, que seguro que sale todo bien!!!
Besos!!!