Lavas las heridas abiertas con lágrimas.
Y abres las heridas cerradas con llanto.
Te quedas mirando ese punto en la distancia, intentando averiguar si es un punto y final o un punto y seguido.
Escuchas el silencio propio intentando escuchar gritos ajenos.
Caminas rápido porque si te paras te tropiezas y te caes.
Le sonries a la tristeza. Esperando confundirla y que se convierta en felicidad.
Escondes la cabeza esperando que el miedo no te encuentre. Y te echas a temblar mientras te mientes diciendo que es sólo que la ventana está abierta.
Esa ventana que permanece con persiana bajada y no entiendes porque el sol no es capaz de entrar por cualquier esquina.
Porque tu le das la espalda.
Mientes a todo tu alrededor, a ver si logras ser tu, por fin, la engañada.
Pero no lo logras. La verdad está presente en cada despertador que suena.
Y en cada día que te espera.
Te habla, pero tu miras hacia otro lado.
Y sigues esperando algo que no llega.
No hay comentarios:
Publicar un comentario