domingo, 12 de noviembre de 2017

El colecho

Hace tiempo que tenía ganas de escribir qué había significado el colecho para mi, pero nunca encontraba el momento.
Antes de ser madre no me gustaba la idea de colechar. Me parecía un rollo tremendo tener que dormir con un niño. Me imaginaba noches de codazos, patadas y de no poder moverse.
Luego llegó Retoño a casa y lo metimos a domir en su cuna, que estaba a mi lado. Ya ese primer momento de dejarlo en ese espacio no me entusiasmó. Lo veía muy pequeño para tanta cuna.
Como era un bebé que no llegaba a los tres kilos nos recomendaron que no pasasen más de dos o tres horas entre toma y toma. Así fue como poco a poco, tras las tomas de la noche, en lugar de irse a su cuna, se iba quedando en cama. Por comodidad.
Luego las tomas de la noche se fueron espaciando y sí es cierto que lo íbamos dejando más tiempo a dormir en la cuna.
Pero luego llegó ese momento de "estar metida en el pozo" en los que los días eran una vorágine de consultas, malas noticias, desesperación y tristeza. Y tras los días venían las noches. Noches sin dormir de la ansiedad generada. Noches silenciosas en las que escuchaba una respiración pequeñita en una cuna cerca de mi cama.
Y en esos instantes empecé a "secuestrarlo". Lo sacaba dormido de la cuna y me lo ponía al lado, abrazándolo. Y el bebé que no reconocía durante el día volvía a mi durante la noche.
La oscuridad y el silencio nos hacían de burbuja protectora. A mi lado tenía ese cuerpecito pequeñito y calentito que había esperado durante nueve meses. Durmiendo tranquilamente ajeno a todo. Y en esa ingenuidad era capaz de meterme un poquito.
Con él dándome calor (no sólo física) fui capaz de retomar el sueño.
Y cada día despertándonos juntos me iba acercando cada vez más a él.
Que quiero decir con todo esto. Que el colecho me devolvió el apego con mi hijo. Que aun ahora con casi cuatro años seguimos durmiendo uno al lado de otro.
Que me pasan cosas tan curiosas como que la noche que a lo mejor está molesto por algo, me lo coloco a dormir encima, consigo que se relaje y se duerma y al día siguiente no se quiere separar ni un minuto de mi.
Que si tuviese un segundo hijo ni me molestaría en colocar la cuna en la habitación. Porque me declaro defensora de la necesidad mutua de colechar. Por él y por mi.
Porque estoy casi segura que la relación que tenemos de apego no sería posible sin haber colechado.
La distancia que se instauró en un momento de sufrimiento extremo el colecho supo como curarla.

4 comentarios:

  1. Es un tema este bastante controvertido. Yo no tengo hijos y no puedo ponerme en la situación al 100 x 100, pero he escuchado muchas opiniones al respecto y reconozco que no tiene una solución fácil.
    Entiendo la necesidad de tener al bebé cerca, la practicidad para las tomas del pecho, la felicidad de compartir esos momentos... pero también entiendo que la intimidad en la pareja queda muy deteriorada y he escuchado ya a varios amigos manifestando el problema que ha supuesto para ellos, que ya de por sí se sienten relegados a una segunda o tercera posición o directamente desaparecen del mapa.
    Me alegro que a vosotros os haya curado las heridas y os haya hecho más fuertes.
    Un besote!
    Maribel.

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    1. La verdad es que a nosotros nos ayudó mucho. Incluso al padre. La verdad es que de momento estamos todos cómodos asi. Un beso!

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  2. Cada uno tiene una experiencia distinta en el tema del colecho, vaya y en todo lo relacionado con la crianza de los niños. Yo creo que lo importante es que cada familia haga lo que mejor le vaya, lo que sienta y lo que sea mejor para sus hijos y no se deje llevar por comentarios, por artículos de mil pediatras o pseudopediatras.

    Mi experiencia en este tema es rara, yo empecé sin hacer colecho, cuando intenté dar de mamar a Irene en la cama era imposible, pesaba 2 kg y era muy pequeña para llegar al pecho las dos tumbadas. Por lo que decidí que me iba al sofá a dar el pecho. Al mes y medio, cuando Isaac llegó a casa, seguí así. Los dos en sus cunas y me levantaba una y otra vez para darles el pecho, me alejaba de la habitación para no despertar al otro!!!! A los 4 meses los llevé a su habitación y continué igual. Además supongo que para mí era vital el momento de cenar y pasar un ratito sentada en el sofá desconectando de ellos después de todo el día atareada.
    Pero llegaron las fiebres, y la mejor medicina el calor de mamá, recuerdo algunas noches de los dos en la cama alternando dalsys. Y también llegaron las pesadillas de Irene, y la mejor cura, las palabras de aliento de mamá y sentirse protegida en la cama grande.
    Y cuando las fiebres empezaron a espaciarse mucho, cuando las pesadillas ya no eran más que sueños malos fácilmente superables. Pues Isaac, que se despertaba mucho por las noches, pero que la cama de mamá le importaba muy poco, y que prefería estar jugando en su cuna (menos mal del bendito profundo sueño de Irene que no se despertaba por más que Isaac decidiera montar una fiesta en la habitación compartida), Isaac aprende a llegar a la cama de mamá y a decidir que ahí se dormía mucho mejor, y ahora sí se dormía la mayoría de las noches.

    Pues eso, que si bien no he hecho colecho nunca, jamás los he apartado de la cama, siempre los he recibido con una sonrisa y un mimo, así que cuando ellos lo han necesitado me han tenido a su lado. Despertar de madrugada y ver a Isaac que te pide un hueco en la cama, sentir que sabe dónde está su madre y que quiere ir con ella es una de las mejores cosas que me ha pasado.Tendría unos 5 años cuando lo empezó a hacer y ahí supe de verdad que me necesitaba, que me quería y que era lo más importante para él (Isaac no habla nada, ni dice mamá).

    Pero reconozco que prefiero dormir sola, que duermo más libre y más profundamente (tengo un sueño ligero y escaso, por lo que escucho y noto cada vez que se mueven, respiran, tosen...). Ellos empiezan la noche en su cama, a no ser que se haga muy tarde y no se hayan dormido, entonces Isaac se viene directo conmigo a la cama. Lo que sólo pasa en verano que los días se hacen largos y no hay prisa por levantarse. Y luego, lo que pase durante la noche ya no importa, si van o vienen (Irene ya ha decidido que su cama es la mejor, Isaac sigue viniendo y eso que pasa la semana en el cole y duerme 4 noches en la residencia).

    Pues eso, lo mejor, es dejarse llevar, hacer lo que uno siente y no tener prejuicios ni sentirse mal si hace una cosa u otra. No creo que sea dar menos cariño a tus hijos si duermen en sus camitas, el cariño es algo que se demuestra las 24 horas del día. Y tampoco sobreproteger a los hijos si duermen con los padres, hay tantas horas de enseñarles a ser autónomos que la noche no va a ser el único momento para aprender.

    Por cierto, preciosa tu experiencia!!!! Es difícil reconocer que no te sientes bien con tu hijo, y lo haces, y encontraste la manera de sentirte madre, de querer a tu hijo y le pudiste ofrecer todo lo que una madre ha de ofrecer a un hijo sin dolor, sin furia, sin negación, sin dudas. Y eso es maravilloso.

    Muchos besos.

    Rocío

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  3. Me imagino tu emoción cuando Isaac se presenta en tu cama. Esos momentos en los que te hacen sentir que te necesitan son maravillosos. Retoño tampoco dice nada, pero cuando veo que estira sus brazos hacia mi cuando quiere que lo coja, yo floto de felicidad. Un beso Rocío. Y otro para tus niños.

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