Si hubiese un ranking de frases odiadas, esta para mi sería de las que se llevan la palma.
Yo he escuchado esta frase y me doy cuenta de que mis amigas que tienen bebés también.
Lo curioso de esta frase es que suele venir de gente cercana. De mujeres cercanas. Mujeres que también son madres. Y me pregunto si es que en su día también les dijeron la dichosa frase y ahora piensan que la deben repetir.
Ni cijis il niño qui si aquistimbra.
¡¿Pero se acostumbra a qué?!
¿A sentirse querido?
¿A saber que hay un sitio donde está a salvo?
¿A que hay un sitio donde va a recibir consuelo cuando esté cansado o se encuentre mal?
Que sí, que el mundo luego es muy duro. Pero tampoco hay que convencer de ello a un bebé de dos meses dejándolo llorar en su cuna.
Los bebés necesitan los brazos igual que necesitan comer o dormir. No saben ni siquiera donde empieza y acaba su cuerpo. Necesita el referente de los brazos. Su contención.
Tener la seguridad de que ahi hay alguien que lo va ayudar. De que va a encontrar consuelo.
Es mentira que los niños se acostumbren a los brazos. En cuanto tenga un año va a querer explorarlo todo. No va a estar en brazos de la madre. Va a querer salir de ellos. Y a ellos volverá cuando lo necesite. Por consuelo. O por la búsqueda de cariño. Igual que nosotros buscamos los brazos de la pareja a veces.
A mi no me gustaría estar llorando y que mi madre me viese y no me hiciese ni caso. Y tengo treinta y cuatro años. Aun a día de hoy necesitaría que me abrazase en esa situación. Y eso no siginifica que sea dependiente. Todo lo contrario.
Un niño que no lo cojan en brazos o lo dejen llorar va a crecer inseguro.
Además, no hay nada más agradable que tener a tu bebé en brazos y acurrucado a ti. No sólo los bebés lo necesitan. Las mamás también para estrechar el vínculo.
A saber que embarazo y que parto ha pasado la madre. Cómo lo ha vivido. A lo mejor incluso ella necesita más tener al bebé en brazos que el propio bebé. Hay heridas que se curan así. Con el calor de tu pequeño. Él vuelve a calentar tu corazón.
Cuando Retoño tenía dos meses ingresó en el hospital por un rechazo de alimentación. Eran momentos muy duros porque también se sospechaba de la afectación neurológica. Yo me pasaba el día sin salir de su habitación. A la noche lo dormiamos en brazos y luego lo pasábamos a la cuna que había allí. Pues de este ingreso me quedó grabado la frase de una auxiliar de enfermería que entró en ese momento que los estábamos durmiendo y dijo: "¿pero lo dormís en brazos? Pues ahora aprovechar este momento para que se duerma solo, que si no se acostumbra"
Me pareció tan absurdo. En ese momento más que nunca necesitábamos apegarnos a ese bebé, que nos llevaba por un camino tan distinto al esperado.
Porque lo que tenemos ahora mi hijo y yo, esa conexión, ese amor que va venciendo obstáculos, fue contruido con brazos.
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